Equipo de farmacología: Mauricio Toledo, Juan Pablo García, María Penengo
Decíamos en un artículo reciente (1) que la epidemia por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 nos ha dejado a todos en alguna medida a la intemperie. También, que cada quien ha tenido que lidiar con ella desde sus inscripciones institucionales y/o disciplinarias, en el seno de instituciones o disciplinas que resultaban golpeadas, erosionadas o cuestionadas por los mismos sucesos que las reclamaban.
Sin lugar a dudas, los procesos de enseñanza-aprendizaje, a todos los niveles, no han sido ajenos a esta situación. Éstos quedaron fuertemente interpelados y debieron ser rápidamente modificados, adaptándose a nuevas e inéditas condicionantes. Por otra parte, todos los integrantes de la Academia, tanto docentes como investigadores, fueron urgidos por el clamor de un reclamo social intenso e insistente a ocupar temprana y decididamente el lugar de ser portadores de un supuesto saber. Sitial incómodo, aunque probablemente necesario, cuando se necesitan opiniones sobre un tema para el cual sobran las dudas y no abundan las certezas. La enseñanza de la Farmacología en el marco de los estudios terciarios de Medicina, de la que formamos parte, evidentemente sufrió también las consecuencias de esta situación. Quedó a la intemperie en relación a la comodidad de sus viejas y conocidas formas de transmisión de saberes, así como librada a la siempre dolorosa constatación de sus propios límites en cuanto a lo que es posible saber en un momento determinado (1). Para superar ese duro trago, se volvió necesario pensar y mirar de forma amplia y horizontal. Debimos decir a estudiantes y colegas que “sobre el abordaje farmacológico de COVID-19 no sabemos, estamos aprendiendo”. Este enunciado encierra, por un lado, algo de lo más esencial que se pone en juego en la enseñanza y, por otro, la oportunidad única de ser completado con: “aprendamos juntos, los invitamos a pensar horizontal y colaborativamente”. Oportunidad única para quien se atreva a abandonar los ropajes de cualquiera de las versiones que pudiera encarnar del profesor que ilumina a sus alumnos con un saber omnipotente, para vestirse con las menos vistosas ropas de intentar construir saberes a partir de disposiciones colaborativas sostenidas desde la más absoluta horizontalidad. En ese desafío nos embarcamos, con un puñado de estudiantes de cuarto y quinto año de la carrera de Medicina, ávidos de aprender y, de ser posible, aportar con sentido crítico y colaborativo a la difícil labor clínica en el momento actual, desde el saber o pensar de la Farmacología. La disposición horizontal implicaba que en ese grupo y sobre este tema nadie sabía de antemano más que ningún otro. Implicaba que tanto docentes como estudiantes, más o menos avanzados en la carrera, estaban en las más absolutas condiciones de igualdad respecto al saber sobre estrategias farmacoterapéuticas en COVID-19. Implicaba que la construcción de saberes sería un proceso compartido y alimentado equilibradamente por todos los actores. Debemos decir que hasta hoy la experiencia ha resultado verdaderamente enriquecedora. Sin lugar a dudas, no habrá vuelta atrás en nuestra consideración de cómo se aprende y qué se sabe en Farmacología. REFERENCIAS (1) Penengo M, Toledo M, García JP. COVID-19: Farmacología a la intemperie I. Breve reflexión: Operar sin el abrigo de las fronteras disciplinarias. Disponible en: https://www.humamed.info/reflexiones-2.
Comments